Algún día, cuando mi hijo sea lo suficientemente grande para entender la lógica que motiva a las madres y padres, le diré:

Te amé lo suficiente, como para preguntarte dónde ibas, con quién y a qué hora regresarías a casa.

Te amé lo suficiente, cómo para insistir en que ahorrases para comprarte eso que tanto querías, aunque nosotros tus padres pudiésemos haberlo comprado.

Te amé lo suficiente, como para callarme y dejarte descubrir que tu nuevo y mejor amigo era un patán.

Te amé lo suficiente, como para «fastidiarte» e insistir en que arreglaras tu cuarto, algo que yo habría hecho en un momento.

Te amé lo suficiente, como para dejarte ver mi ira y lágrimas reconociendo no ser una madre o padre perfecto.

Te amé lo suficiente, como para dejar que asumieras la responsabilidad de tus acciones.

Pero sobre todo…. Te amé lo suficiente, como para decirte que NO cuando sabía que me ibas a odiar por ello.

Esas fueron las batallas más difíciles para mí. Pero estoy contento de haberlas ganado ya que al final también las ganaste tú.

Algún día, cuando tus hijos sean grandes como para poder entender la lógica que motiva a los padres, tú también les dirás:

*¡TE AMÉ LO SUFICIENTE!*

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