El golfista le dice a su compañero. -Este hoyo es de 170 yardas, y tengo viento a favor. -Si –replica el otro-, pero lo pendejo en contra. Cualquier golfista sabe que no hay sabiduría que alcance a dominar ese terrible juego –si al golf se le puede llamar juego- en el cual el jugador no tiene a quién echarle la culpa de sus yerros, pues a final de cuentas juega solo, y contra él mismo. Los demás deportes sirven para forjar el carácter de los hombres. El golf sirve para…
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