Este relato es para apreciar lo que significa el dar de verdad y eso no ha cambiado en estos 139 años… De mi padre aprendí, una lejana Navidad, que la más grande de las alegrías viene de dar, no de recibir. Era la Nochebuena de 1881. Yo tenía quince años y sentía que el mundo se había hundido bajo mis pies. ¡No me habían comprado el rifle que yo tanto deseaba esas Navidades!. Mi desilusión no tenía límites y no digamos mi enfado. Sintiéndome el mas desgraciado de los muchachos,…
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