Me siento como un niño al que le han regalado una caja de bombones. Disfruta comiéndolo, y cuando ve que no queda mucho, empieza a comerlos con un sabor especial. No tengo tiempo para interminables conferencias sobre leyes públicas, nada cambiará. Y no hay deseo de discutir con los tontos que no actúan de acuerdo a su edad. Y no hay tiempo para pelear con gris. No asisto a reuniones donde se inflan los egos y no soporto a los manipuladores. Me molestan las personas envidiosas que intentan calumniar a…
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